Ingredientes:
- 300 g de callos por persona (máximo 400, si es plato único). Se compran en tripería, hay que pedirlos de los morenos y que nos los corten a trocitos pequeños.
- Ocho tomates maduros.
- Una cebolla grande.
- Pimienta blanca.
- Pimentón picante.
- Una o dos guindillas (en catalán "bitxo").
- Una puntita de azúcar.
- Sal.
Elaboración:
- Hay que consumirlos el mismo día, o como mucho al día siguiente de haberlos comprado.
De un día para otro, es aconsejable guardarlos en remojo, en la nevera por supuesto.
- Pondremos a calentar una sartén con un dedo de aceite, aproximadamente, y cuando el aceite esté caliente y los callos bien escurridos, echaremos los callos a la sartén.
Los dejaremos refreír a medio fuego hasta que se haya evaporado todo el agua que sacan.
- Mientras los callos se van haciendo, iremos preparando la salsa en otra sartén. Primero picaremos la cebolla y la echaremos a la otra sartén.

- Cuando la cebolla esté dorada, echaremos el tomate rallado.
Pasados unos minutos, echaremos una puntita pequeñísima de azúcar para reducir acidez del tomate.
- Un poco después echaremos sal (la suficiente para que no resulte sosa).
- Echaremos también pimentón picante en la salsa.
- Y echaremos también la guindilla (previamente troceada con la mano), y también algunas de las semillas de la guindilla (no muchas, si no queremos que resulte demasiado picante).
Dejaremos que la salsa vaya haciendo chup-chup (aproximadamente tarda unos veinte minutos).
- Removemos un poquito, y si ya los vemos hechos, y la salsa también está a punto, echamos los callos a la salsa, bajamos el fuego y dejamos que se vayan haciendo cinco o diez minutos más.
- Conviene servirlos antes de que enfríen.
¡ Y buen provecho!
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